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La tendencia mundial acerca del tratamiento noticioso de los
eventos políticos hoy en día, ha venido arrastrando consigo a las demás áreas vinculadas
a la comunicación y sus autores, en una guerra campal de ideas, imágenes y
palabras donde la víctima más tangible es la verdad.
Y desde el punto de vista visual, encontramos que el campo
de batalla ideal para esta lucha ha sido precisamente a través de los medios. Y
si agregamos la participación voluntaria de individuos ajenos a la profesión periodística,
usando los medios sociales –llamados “Social Media“ por su término en inglés,
el panorama se torna aún más complejo para encontrar esa verdad .
El concepto “noticia” avanza rápidamente a su desintegración
como sinónimo de suceso o novedad, convirtiéndose más en una revelación o
primicia manipulada para beneficiar un sector o grupo. El harto uso en medios
sociales de noticias “falsas” –o también llamado “fake news” por parte del
actual presidente de Estados Unidos de América, viene a poner otra dimensión a
todo el ámbito comunicacional, que no se limita a los grandes medios y
plataformas noticiosas, sino a todo aquello que, siendo noticioso, no satisfaga
los anhelos del sector protagonista de la noticia. Y lo más palpable podemos
verlo en el sector político de la mayoría de los países. Pero va más allá.
Y en lo visual, encontramos una internet inundada de esta
nueva tendencia, con fotos manipuladas e historias editadas a fin de lograr otros
objetivos ajenos a informar: tráfico de usuarios, ventas de productos, aumento
de seguidores, “viralidad”, entre otros objetivos propios del medio cibernético
y electrónico de internet.
Vemos instituciones seducidas por los cambios y las nuevas
herramientas, que han perdido su principio rector, solo por querer adaptarse y
sobrevivir en vez de reinventarse. Y esta pérdida incluye los valores y
principios que han sostenido por años a muchas de estas instituciones.
No obstante, las voces libres e independientes, a pesar de
tener un factor más que intenta limitarlos y tiende a etiquetarlos de algún modo
(llámense liberales o conservadores, futuristas, exógenos o como quieran
etiquetarlos), siguen ejerciendo su derecho a expresarse en cualquiera de los
lugares donde existe una tribuna, aun en los territorios más hostiles para
hacerlo.