El concepto <branding>
es un anglicismo para determinar un conjunto de actividades, acciones y
nociones alrededor de la producción y construcción de una marca o producto para
su reconocimiento y posicionamiento frente a otros similares, en su natural
ecosistema donde éstos se desempeñen y desarrollen. Para lograr estos
objetivos, hay que diferenciarse.
La diferenciación es un
proceso cada vez más importante para posicionar una marca, ya que la
competencia y similitud de procesos de producción entre ellos son muy similares
y por eso hay que darle valor, generar identidad y lealtad hacia la marca y su
conjunto para distinguirse; por ello se requiere disciplina y rigor en la
consecuente aplicación de las normas y reglas que la definan y con las cuales se
crea una filosofía definida por políticas afines a ella.
Los manuales de
identidad corporativa y otras políticas de rigor y control, han sido
fundamentales para el logro de las metas de <branding> en muchos casos.
Pero aún así, no lo es todo. Ahora tenemos una realidad a la que debemos
adaptar dichos manuales y políticas. Recordemos que hace tan solo 10 años, el
mundo del mercadeo y la publicidad estaba regido por otras herramientas
convencionales que lograban esos resultados. Hoy en día eso ha cambiado con el
surgimiento del “Social Media”.
Hoy en día, no solo
hablamos de logotipos y papelería, sino del “avatar” o del “ícono” para
incorporar toda esta filosofía de la construcción de marca, que ya no solo
abarca una marca comercial o un producto. Los individuos están construyendo sus
marcas, sus identidades, alrededor de las cuales tienen seguidores y fans,
identificados con sus contenidos y pensamientos. Así vemos a personajes comunes
y corrientes, que han logrado construir una “marca” alrededor de sus
plataformas sociales y que ello les ha valido una nueva dimensión de incorporar
no sólo ingresos, sino nuevos puntos de vista que han obligado a reinventar
todo lo dicho hasta el momento en mercadeo y publicidad.
Encontramos en las redes
sociales a los particulares, al lado de las grandes y pequeñas empresas,
compitiendo codo a codo, sin distinción ni privilegio. Haciendo y ensayando
nuevas formas de llegar a sus mercados naturales. Más allá del comercio o la
especulación mercantilista, los nuevos usuarios están decididos a imponer sus
gustos y preferencias, con tal independencia que todo cuanto aseguraba los
patrones de comportamiento para inyectar publicidad en los consumidores
anteriormente, está siendo sobrepasado por el libre albedrío de quienes
consumen ahora. Comercio, política, turismo, economía, bienes raíces… todo está
ahí, en este nuevo fenómeno.
Estamos pues, en plena revolución de ideas y paradigmas. Quien no tome
este vuelo, se quedará en tierra, lamentándolo o tratando de llegar a pie