En
nuestra cultura y para las sociedades en las que nos desenvolvemos a
diario, las transiciones de ciclos pueden llegar a representar una
infinidad de cambios que muchos consideran fundamentales en sus
vidas.
Para
otras culturas, pasar de un ciclo a otro representa una verdadera
tragedia mientras que para otras no. La particular coincidencia de
eventos hizo que, por ejemplo, los aborígenes americanos creyeran
que la llegada del colonizador español estuviera asociada con el fin
de uno de sus ciclos. Asímismo sucedió en la antigua Roma y también
en otras culturas. Coincidencias culturales con mitos asociados a
eventos de singular importancia, que cambiaron la historia de la
humanidad para siempre.
Recientemente
se habló del fin del mundo. Asociaron al calendario Maya y su fin de
ciclo, toda una serie de eventos catastróficos que durante todo el
año significaban el preludio al “fatídico” día del juicio
final. Pero no pasó como lo anunciarion y predijeron. De hecho fue
un día bastante normal.
Las
barbarie mercantilista del consumo atroz se hizo del poder que tienen
sobre las grandes masas que mantienen en las sombras de la ignorancia
y el terror de la amenaza constante por medio de sus aparatos
comunicacionales y sensacionalistas, logrando amasar desorbitantes
fortunas a costa de dichos temores. Se hicieron viajes, compras
excesivas, ansiedades y hasta suicidios, dando cuenta de la campaña
mundial del fin de los tiempos.
Pero
lo más cercano y más real a todos nosotros sobre el fin de algo es
este mismo día. Hoy 31 de diciembre del calendario Gregoriano
(compartido y utilizado por el mundo desarrollado y aceptado por la
inmensa mayoría de los habitantes del planeta), termina un año y
amanecerá otro nuevo: 2013
Por
eso, en sintonía con los buenos deseos y las buenas vibraciones,
quiero dejarles este mensaje a todos los seguidores y lectores que
cada semana siguen atentamente esta columna, así como aquellos
ocasionales y los que llegan por primera vez: ¡Feliz Año 2013,
Feliz inicio de ciclo!