En el singular momento histórico que vive el globalizado y revolucionado mundo moderno, debe saltar a nuestra atención el cambio de paradigmas en todas las materias; o al menos, quienes entienden que debemos reinventarnos y adaptarnos a los cambios políticos, climáticos, económicos y sociales de la actualidad.
La publicidad, herramienta fundamental del capitalismo de mercado, ha sufrido los efectos severos que arrastran el mundo financiero y sus industrias de productos y servicios dependientes del consumidor y de su comercio.
Esto ha obligado a desarrollar intensas y hasta perturbadoras campañas que se desgastan en la competencia alocada por alcanzar, seducir y llevar al consumidor, sus cada vez más competidos productos que, en su gran mayoría, son innecesarios para la existencia y supervivencia humana. La locura publicitaria se ha distorsionada a niveles de saturación visual absoluta, donde el observador debe escudriñar entre avisos, textos y colores para descubrir el mensaje. Esta insanidad visual, también ha llevado a prolongar los tiempos de exposición a mensajes publicitarios en casi cualquier medio: Vallas en la autopista, avisos de prensa y revista, cuñas de TV, radio y cine, volantes, afiches, vehículos, camiones, pendones, banderas, entre otras.
Y así, ocupar cualquier espacio disponible para llenarlo de mensajes comerciales y corporativos que, en otro momento histórico, hubiese representado un “afeamiento” de la arquitectura o el ornato de ciudades y conglomerados humanos. Así vemos como los templos del consumo, los centro comerciales, no evitan que cualquier espacio sea susceptible de exponer una marca, un eslogan o un aviso vendiendo algo, de todo, cualquier cosa: escaleras mecánicas, fachadas, techos, pisos… y hasta los mismos baños. Para algunos vanguardistas del medio, se trata de una revolución creativa surgida por la crisis, mientras que para los más progresistas es una señal de agotamiento y desaparición. Recordemos el proceso histórico de las artes universales desde el renacimiento hasta el barroco, y en un sencilla analogía podemos ver lo mismo con la publicidad.
En mi particular apreciación, puede pronosticarse un destino fatal a la industria publicitaria en algunos sectores mientras que se fortalecerá en otros… todo depende de las iniciativas políticas y las costumbres socioeconómicas que van recuperando los pueblos enmancipados. Ante este fenómeno, ante el nuevo paradigma, lo que llamamos publicidad debe reinventarse y adaptarse a cada uno de sus entornos. Por eso vemos antagonismos entre las ideologías y las practicas de un sector con las herramientas capitalistas del otro. O es propaganda o es publicidad.