Información y opinión acerca de la comunicación visual, el Marketing y la Web, aplicada a un mundo cambiante
miércoles, 16 de febrero de 2011
Psicología del color: entrenando al ojo consumidor
Por: Irving Vierma
El campo de batalla por la competencia entre corporaciones y marcas, por lograr el posicionamiento de sus productos de consumo masivo, está en la mente de las personas. Mientras que las corrientes progresistas los identifican como usuarios, para el capitalismo mundial son consumidores, meros números en sus estadísticas de mercado para el cual dirigen su mayor esfuerzo: crear la necesidad y vender la mayor cantidad posible de productos “innecesarios”. Este ciclo se repite una y otra vez, generando inmensas ganancias en detrimento de nuestros recursos naturales de consumo limitado y degradación de nuestros valores sociales más intrínsecos.
La profesora Annie Leonard desde su sitio http://www.storyofstuff.com/international/ nos explica cómo funciona este sistema lineal de explotación infinito sobre un planeta finito, con límites de recursos y el cual es insostenible para prolongar la vida humana.
En su planteamiento, si no compras, no tienes valor para estas corporaciones; por ende, debes convertirte en “consumidor” para obtener valor ante este sistema de explotación y consumo capitalista.
Y allí es donde empieza la batalla psicológica. Allí es donde el primer canal empieza a ejercer el rol asignado de asimilación cromática: el ojo.
Son nuestros órganos visuales, el canal principal por donde transitará toda esa información cromática, asociada a sensaciones, gustos, sabores, texturas, placeres y un sin fin de “maravillas” modernas. Por ello, LA PUBLICIDAD como principal herramienta de este conglomerado corporativo mundial para establecer estas necesidades ficticias, utiliza el color para lograr estas asociaciones de manera sublime o directa.
De esta forma, vemos colores vibrantes y luminosos en logos y mensajes de grandes cadenas de comida rápida y colores fríos y suaves en aquellos de productos para el aseo personal o belleza… Ritmo, repetición y asociación de colores a ideas y mensajes, van a lograr entrenar al ojo en una dimensión que no necesariamente se asocie a la realidad del “consumidor”. El fin último del mensaje es reducirlo a un color o conjunto de ellos que, asociado a una determinada forma, identifique una marca, producto o servicio de manera rápida e inequívoca, logrando en el consumidor su inmediata identificación y asociación directa y así imponerse a otros competidores, que en muchos casos pertenecen a la misma matriz y sólo son usados como recurso de variedad pero que al fin y al cabo son la misma corporación. Observamos marcas y productos “compitiendo” en el mercado pero que en realidad son fabricados por una misma corporación, que crea la idea ficticia de “competencia”.
Así vemos los esfuerzos de industrias como la del tabaco o los licores, donde a pesar de ser productos nocivos a la salud, sus ganancias por consumo a través del posicionamiento publicitario son exorbitantes, a pesar de las grandes limitaciones legales que han impuesto desde sectores gubernamentales y jurídicos a las mismas.
Los ojos mejor entrenados, son aquellos expuestos a la mayor cantidad de mensajes publicitarios. Y al convertir ese hecho publicitario en algo cotidiano, algo familiar, las corporaciones logran su objetivo: formar a generaciones enteras bajo los patrones de consumismo deliberado. Por ello son inmunes a determinar variables y desventajas frente a lo que ven sus ojos.
La próxima semana estaremos hablando de lo que pasa en la mente de estos “consumidores”.