No soy psicólogo –ni pretendo serlo- pero trataré de exponer algunas características comunes y visibles de estos personajes en el ecosistema virtual de hoy.
La oportunidad que ofrece el facebook y otras plataformas de las llamadas redes sociales, para exponerse al mundo sin temores ni censura, no es desaprovechada para relacionarse y compartir experiencias, conocimientos e intereses a la velocidad de la luz por millones alrededor del mundo. Pero algunos lo aprovechan para exponer a quien en realidad “no son” y desean ser.
Los inconformes encabezan la lista. Inconformes con su cuerpo, con sus aptitudes, con su entorno, con sus vidas, con sus experiencias… reconocemos al inconforme pues no coloca su propia imagen en la foto de perfil, sino algún elemento que no implique mostrarle al mundo su propia realidad; en vez de ello nos muestra paisajes, objetos, tarjetas, caricaturas, entre muchas otras; pero jamás su cara o su cuerpo por temor al rechazo y al aislamiento. Si le sucedía en su escuela cuando niño o en su vecindario, naturalmente así creerá que también le vuelva a suceder.
Los vanidosos son también muy abundantes; la exaltación que experimenta su renovado ego al verse y mostrarse, no dejan de sorprender por sus poses y continuas publicaciones de si mismos: en esta clasificación encontramos senos operados, cuerpos atléticos, rostros rejuvenecidos y mucha piel.
También están aquellos cuya autoestima solo se compensa al lado de famosos y notorias personalidades: “¡…noooo chamo! Yo soy pana de Daddy-Yankee, no te llevo nada”
Y entre los fanáticos de todo tipo: beisboleros, pornógrafos, cabalísticos, cinéfilos, lectores, vouyeristas, entre muchos otros, los más interesantes de la jauría virtual son los mitómanos. Estos personajes no esconden su complejo, sencillamente lo sustituyen y ya. Sus imágenes no corresponden a ellos mismos; al igual que la información que difunden como propia. Son víctimas de su propia invención y viven esclavizados a su falsa imagen.
En días pasados le explicaba a un familiar cómo funcionaba esto de las redes sociales y me dijo asombrada “pero no hay privacidad”. Así es, la privacidad es una ilusión, pero realmente, no existe. Si quieres privacidad, entonces te queda el camino del aislamiento. Tienes el libre albedrío de no pertenecer ni participar, y en estos tiempos de la explosión tecnológica que derrumba barreras y limitaciones, corres el riesgo de no existir si no participas. Y si no existes, no participas.
Participa y no dejes de seguirme en Twitter y Facebook, espero tu feed back. ¡Hasta la próxima semana!
¿Alguna pregunta sobre esta columna de los temas que tratamos?
escríbeme a bujo.70@gmail.com
Únete por Facebook.com/ivierma
Sígueme por @bujo_70